El Cascanueces. E.T.A. Hoffman y Roberto Innocenti

20 Dic

Los escritores clásicos se han acercado a la Navidad con gran éxito: los hermanos Grimm, Hans Christian Andersen, E.T.A. Hoffmann, Charles Dickens, Oscar Wilde, Gustavo Adolfo Bécquer…

Demostraron en sus historias su calidad en imaginación y en la forma de narrar, dejando a un lado los estereotipos que habitualmente circulan cuando se escribe sobre este tema.

 El cascanueces , de Ernst Theodor Amadeus Hoffmann, 1776-1822, nacido en Königsberg y una de las grandes figuras del Romanticismo alemán, es un auténtico regalo.

Se publicó en 1816 y se ha convertido en todo un clásico de la literatura universal.

El músico ruso Tchaikovski, se inspiró en este cuento para componer el ballet El Cascanueces.

  

Hemos elegido la editorial Lumen, 1996, para la lectura de esta historia porque la ilustra Roberto Innocenti, que es uno de nuestros ilustradores favoritos. Si ya la lectura nos atrapa, con estas ilustraciones tan apasionantes, estamos deseando llegar a ellas para disfrutar mirándolas una y otra vez.

La historia nos adentra en un encantamiento que sólo deberá deshacerse con el amor sincero de una mujer. Se reparte en 12 capítulos y con todos los ingredientes de las grandes historias: aventuras en el plano de la ensoñación, misión de un héroe, malvados sin escrúpulos y final feliz.

Comienza un 24 de diciembre, en casa de los Stahlbaum. Se preparan los regalos de Navidad, unos regalos maravillosos, en un ambiente exquisito y delicado, destinados a Marie y Fritz, los niños de la familia.

Nos gusta mucho cómo el narrador se dirige al lector u oyente (él mismo contempla una lectura en voz alta), sacándote de escena para dar alguna explicación y ponerte en sobreaviso sobre algún acontecimiento inmediato: “Querido lector, tú entiendes lo que había ocurrido, ¿verdad? «.

El padrino Drosselmeier, relojero y artesano, acompaña a la familia y participa en la creación e invención de juguetes autómatas increíbles para regalar cada Nochebuena.

Bajo el luminoso árbol, un muñeco demasiado largo y gordo, con cabeza grande y vestido con un traje y botas elegantes, despierta el cariño de Marie, a pesar de tener una enorme boca y un aspecto extraño. Es el Cascanueces.

Pero su hermano lo rompe, y aquí se desata la explosión de acontecimientos y las sospechas sobre el Padrino, que comienza a presentar un comportamiento grotesco y perturbador.

 

A partir de ahora, querido lector, deberás apretarte bien al sillón, porque un poco de miedo te podrá entrar irremediablemente. Aparece en escena y arrastrándose en la penumbra el Rey Ratón: un ratón de siete cabezas. Estalla una batalla sangrienta de los muñecos que ocupan las estanterías de la vitrina y que llaman alteza al Cascanueces, contra los ratones.

Marie vive realmente estos acontecimientos, pero se desvanece y cuando despierta en su cama, nadie cree lo que cuenta. Nadie, excepto el padrino Drosselmeir, que le explicará a Marie la razón de la guerra entre los ratones y los juguetes. Y lo hace a través de una historia…

El cuento de la nuez Krakatuk. Un cuento en el que Marie, y sin duda el lector, entrará y se implicará en la historia, entrelazándose realidad y fantasía.

De nuevo, un ingrediente más de las clásicas narraciones.

Los reyes tuvieron una hija preciosa, a la que llamaron Pirlipat.

La princesita, por orden de la reina, era vigilada por más de doce niñeras y cada una llevaba en su regazo un gordo gato que ronroneaba con las caricias.

¿Recuerdas a quiénes se comen con gusto los gatos?

 

Hacía mucho tiempo que se reunieron los poderosos a comer en el castillo. La reina cocinó salchichas, la comida preferida de su esposo el rey. Cuando en la cocina sacó el tocino, apareció la Dama Ratonia y le pidió de comer. La reina no se negó y los ratones se comieron casi todo el tocino, lo que provocó la ira del rey que mandó extinguirlos del castillo.

 

El Rey le dió la orden al relojero de la Corte, Christian Elias Drosselmeier, quien inventó unas cajitas con rejas y queso dentro para atrapar a los ratones.

Tuvo efecto. Muchos ratones fueron atrapados y muchos otros se marcharon de allí. La Dama Ratonia entonces proclamó su venganza: partirá en dos de un mordisco, a la princesita que nazca de los reyes.

La Dama Ratonia no pudo llevar a cabo del todo su venganza cuando Pirlipat nació, pero sí consiguió convertirla en una princesita fea, tan fea como el Cascanueces.

 

Las culpas recaen sobre Drosselmeier que deberá encontrar un remedio. Consulta con el astrólogo y descubren que para deshacer el hechizo, la princesita deberá morder la nuez más dulce, llamada Krakatuak. Peeeerooooo…

Ésta era tan tan dura, que debería ser rota por un hombre que nunca se hubiese afeitado, que nunca hubiese llevado botas, romperla en presencia de la princesa, entregarle el fruto y dar siete pasos hacia atrás con los ojos cerrados y sin tropezar.

¿Qué te parece? La cosa no era nada fácil… como siempre sucede en los cuentos de siempre.

 

Bueno, no vamos a contar todo, todo, todo… porque lo mejor es que lo leas y tu imaginación vaya a mil por hora en cada episodio.

Sí te avisamos, que Marie toma parte en estas batallas. El Cascanueces se convertirá en su fiel caballero hasta la muerte y en agradecimiento, le llevará al Reino de los muñecos. Se llegaba a él a través de un armario (¿te suena esto de otra historia?), subiendo por la manga de un abrigo a través de unas largas escaleras.

¿Puedes imaginar este reino, cuya capital es Dulcilandia?

 

Prados de golosinas, el bosque de Navidad, el Arroyo Naranjada, Bombonville, Castillo de mazapán… Seguramente todo lo que un niño pueda imaginar, y más, un niño del año 1816.

Marie entonces le confiesa al Cascanueces: Si estuvieses vivo yo no sería como Pirlipat. No te rechazaría por muy feo que fueses.

Y estas serán las palabras y los hechos casi imposibles que desatarán la magia para que la realidad sea tan perfecta como pudiéramos imaginarla.

Y con un fuego plateado y otro dorado…

Este cuento se ha acabado 😉

 

Corre a la biblioteca y pide prestado el libro para leerlo. Pasarás un buen rato con este clásico.

 

 

Una respuesta hasta “El Cascanueces. E.T.A. Hoffman y Roberto Innocenti”

  1. oliviaP enero 5, 2011 a 8:25 pm #

    uan preciosidad, gracias por descubrirmelo, me encanta Innocenti y además no conocía esta obra, me voy a Iberlibro a ver si lo hay… bs

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