Qué bonito es todo lo que cuenta Ifeoma Onyefulu en sus libros sobre África.
Fui una niña africana así que jugar era la parte más importante de mi vida. Me encantaba inventarme mis propios juegos usando hojas de hibisco y, a veces, preparaba comidas con trozos de papel. He crecido en la creeencia de que los niños necesitan jugar. Algunas de las habilidades que después se utilizan en la vida se aprenden interactuando con otros: respetar las reglas, esperar turno, no hacer trampas. La emoción de reunirse, de animar a los más jovenes a participar, me parece mucho más valiosa que el triunfo.
Los juegos que nos presenta en este libro, son juegos de Senegal y Nigeria y lo mismo que sucede con muchas historias de la literatura oral, tenemos muchos juegos prácticamente iguales que hemos aprendido de nuestros hermanos, padres o amigos mayores.
Juegos de cosquillas corporales, juegos con chapas, la peonza, el pasimisí, el ratón y el gato, las tabas… aunque les nombremos de diferente modo: ryembalay, itu okwe, okoso…
Algunos nos resultan más extraños, aunque cada vez están más difundidos, como el ncho: un juego de contar en el que en cada hueco se colocan seis semillas y dos jugadores compiten para ver quién es el que recoge más semillas, siguiendo unas normas.
Del mismo modo que sabemos la importancia de contar cuentos a nuestros pequeños, esos que aprendimos de nuestros mayores, seguramente también no debamos olvidar seguir enseñando los juegos que con sencillos materiales hemos aprendido a relacionarnos, a controlarnos, a reírnos, a resolver dificultades… en los recreos, en el portal de casa, en el parque o en el rellano de la escalera.
Casi siempre la música y el son acompañan a los juegos. Curiosamente, la música, el juego y las narraciones producen sensaciones liberadoras y de complicidad con los otros. Las tres, están presentes desde que somos muy pequeños.
La editorial Kókinos tiene una colección de libros disco de canciones de todo el mundo, y justo hay uno, que lo cazamos ahora:
Canciones infantiles y nanas del baobad, de Chantal Grosléziat y Elodie Nouhen.
Es un repertorio tradicional infantil de 30 canciones de África occidental y central. Aparecen las letras originales y la traducción al español y al final del libro hay una explicación sobre los orígenes, la gesticulación e instrumentación de cada canción.
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He encontrado en la web de Cuentos africanos, unas canciones infantiles, que si tienes tiempo, escúchalas. A ver si te gustan tanto como a nosotros. Seguro que encuentras un tiempo para ponerlas en el cole: a la entrada, mientras pintan, en el bocadillo…
Una por aquí.
Otra por allá.
Y otra por acá.
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🙂
gracias, son geniales 😀
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Ana, quisiera recomendarte el libro «Wangari y los árboles de la paz: Una historia verdadera» de Jeanette Winter (Editorial Ekaré), cuenta la historia de Wangari Maathai, Keniana que recibió el Premio Nobel de la Paz en 2004 y falleció hace sólo dos meses. Estoy segura que te va a encantar.
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Gracias Patricia por este detallazo: me encantan las recomendaciones de quienes leen.
Este libro es precioso, lo he leído y me encanta por todo lo que esta mujer transmitió e hizo. Mira, lo publiqué en enero
Ha sido una casualidad, porque hay tanto que leer…
Sigue recomendándonos libros, por favor. Necesitamos sacarlos de los estantes y saber que existen.
Un abrazo
Ana Nebreda
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Bellísima entrada. Africa que para mí es tan lejana me atrae con sus colores, su música, la sonrisa de su gente, la presencia fuerte de las mujeres.
Otra vez gracias por tu entrada.
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No me olvido de tu carta ilustrada 😉
Abrazos
Ana
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Muy bueno, nos encantan los juegos y este libro puede abrir la imaginación y la puerta a otras culturas!
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