Seguramente nuestra familia nos parezca de lo más normal, y justo sean las otras quienes se llenan de rarezas. Basta con tener confianza con alguien y adentrarse en su mundo familiar para descubrir una sorpresa tras otra: lo que comen, los horarios, los objetos decorativos de la casa, el modo de hablarse, de vestir…
Nos ha pasado esto miles de veces, desde que éramos pequeños y pasábamos las tardes en casa de los amigos, o si hicimos intercambio con una familia de otro país, y desde luego si nos metimos de lleno en la familia de la pareja. ¿ A que sí?
Pues como se celebra por estos días el día de la Familia, yo apuesto por mirar a la familia, a la nuestra, con humor. Con mucho humor. No hay nada como poderse reír de nuestras infinitas peculiaridades familiares.
Esta risa saludable no es más que otra manera de quererse, de comprenderse y aceptarse.
Y recurro a familias muy especiales.
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