La primera chica que besé llevaba brackets.
-No me he quedado enganchado- bromeé.
Aunque luego resultó que sí. Estuve meses colgado de ella.
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La profesora dijo:
El hombre viene del mono.
Arancha levantó la mano.
No todos, seño, los príncipes vienen del sapo.
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Era una escritora tan prolífica y barroca, con unos libros tan extensos y grandotes, que, de su obra, jamás pudo hacerse una edición de bolsillo.
Él, ya entonces, era un poeta tan preciso y concentrado, con unos poemas tan breves y austeros, que sus obras completas cabían todas en un separador de libros.
Una tarde, sus trabajos coincidieron, por azar, en el extremo izquierdo de una estantería.
Media hora después, según informó la bibliotecaria, los libros de ella abrieron de a poco sus páginas, y los separadores de él penetraron todos sus volúmenes.
Sin manos y otras proezas de la infancia
Raúl Jiménez y Rodrigo García
Bang Ediciones, 2015
Seguíamos con los coletazos del amor, y recordé estos microrrelatos que estaban deseosos de hacerse protagonistas. No es un libro para niños y estará más cómodo entre manos jóvenes y más maduras, capaces de entender mensajes entre líneas, interpretar un lenguaje condensado y tener en ocasiones la habilidad ser ser cómplices con una ironía.
Lo recomendamos también como una lectura de la que extraer las historias breves, algunas brevísimas, que te parezcan más ingeniosas, más metafóricas, divertidas o con chispa, como ejemplo perfecto de lo que es una microhistoria.
Nosotros lo hemos pasado muy bien con la lectura, y hemos hecho nuestra selección. Seguro que harás la tuya propia.
Comentan los autores que todos los textos giran siempre alrededor de los roles familiares y de la niñez.
Sin embargo, todo lo que se cuenta en el libro es ficción. La idea no era relatar nuestros recuerdos y anécdotas, sino compartir con el lector nuestro sentido del humor y nuestro imaginario, expresa Raúl en esta entrevista en La Neif.
Un imaginario infantil alejado de una imagen edulcorada de la infancia y de la familia, que en muchas ocasiones presenta una lógica disparatada y absurda. Este toque precisamente, da un giro con tonos de humor negro y un tanto oscuro a algunos microrrelatos. Otros sin embargo, están llenos de ternura y de un humor muy sanote.
La lectura de este libro es una vuelta a muchos pasajes de la infancia con los ojos del que ya pasó por ella, y con la capacidad de reírse de muchas situaciones vividas.
Soy un enamorado de las formas narrativas breves, desde los aforismos a las greguerías, pasando por los microrrelatos o los haikus. La intención fue armar un libro coherente, que girara alrededor de los mismos temas una y otra vez, y en el que se mantuviera un mismo tono, pero que al mismo tiempo cada pieza pudiera funcionar de forma independiente, comenta Raúl en La Neif.
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La cuchara es el rabo de la sopa.
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El cisne es un pato que se hace preguntas.
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Los cuentacuentos perdieron la cuenta.
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El pincel es un lapicero
que se ha dejado crecer la barba.
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Y esta misma línea llevan las ilustraciones. Son sobrias en la paleta de colores, tonos grises y algún detalle en rojo, cargadas de líneas muy sintéticas, con pocas formas y escasos personalismos en las figuras.
Cuando comencé con la lectura, ya me sorprendió y disfruté con la presentación de los autores. No os perdáis el currículo de los autores en el libro, porque es muy ingenioso.
Aquí hay muchas ganas de contar cosas interesantes y de manera singular.
Los autores:
Rodrigo García Llorca nace en 1980, sin ninguna experiencia previa, pero pronto se vuelve un adicto del Tente, los plastidecores y los nísperos. Al entrar en la adolescencia, lee en una pintada que es el momento de experimentar, y decide probarlo todo: el acné, la natación, la guitarra, incluso compra unos pantalones de cuadros blancos y negros. Mientras tanto, continúa dibujando monigotes y zapatillas a un ritmo frenético y en un arrebato de pragmatismo, ingresa en la facultad de Bellas Artes, huyendo de la poesía y la bohemia de las carreras científicas.
A día de hoy, finge con relativa solvencia que ha madurado y trabaja como diseñador gráfico e ilustrador. En un futuro próximo, espera sacar adelante junto a Noel Lang la segunda entrega del cómic Downtown y sobrevivir a la mudanza que tiene entre manos.
Raúl Jiménez Muñoz fue en su infancia bombero, capitán de barco y astronauta. Luego se dio a la escritura, abandonándose por completo. No obstante, encuentra a los trece años el sentido de la vida y lo canjea por una revista para adultos. Al descubrirse su especial interés por los senos, sus padres lo apuntan a un curso de trigonometría. Dejará sin embargo esta noble disciplina para esconderse detrás de una cámara de video, trabajando para distintas productoras y medios de comunicación.
En la actualidad, toca el timbre y el matasuegras, es padre de dos hijos y participa en la tertulia de Los Innuendistas. Entre sus proyectos está el de seguir insistiendo en la ficción literaria, quitar el gotelé de su casa y fabricar una nave.
Hola Ana, ya mismo me fijo en mi distribuidora si tienen este libro. Me parece que iría muy bien en «Leolibros» 🙂
Saludos
Norah
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