Llevaba días con algunos libros de Carl Larsson que tenemos en casa.
Sus acuarelas son una maravilla y acostumbra a plasmar en sus pinturas escenas de una feliz vida cotidiana en la que jugar, coser, leer, pintar y dibujar en el interior de la casa o en el jardín, llegan a ser actividades protagonistas. La vida que va sucediendo al lado del artista se expone al espectador.
Las habitaciones de la casa que su mujer decoró de manera original y diferente a lo que en su época se estilaba, y en la que habitaban la pareja con sus siete hijos, siempre estaban llenas de libros, papeles y periódicos.
La lectura está muy presente y si te fijas, cuando en sus cuadros o ilustraciones aparecen adultos o niños ecribiendo o leyendo, siempre hay una atmósfera de ensimismamiento: el protagonista está concentrado en lo suyo, alejado de lo que a su alrededor sucede y desde luego, muy lejos de nuestra curiosa mirada.
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