Cuántos monstruos nos hicieron caminar con miedo en la oscuridad de la noche por el pasillo de casa, o arroparnos hasta las orejas con las sábanas incluso en noches de verano.
Algunos de aquellos monstruos estaban bien instalados en los cuentos de la tradición oral, que nos avisaban que el miedo siempre ha estado presente en la Humanidad.
Lo que sucede es que es un auténtico suplicio acrecentar esos miedos en la infancia y dejar que se instalen en el lugar que debiera ocupar el gustazo de vivir.
Para los niños los monstruos están dentro de la posibilidad de lo real, pues aún no distinguen lo que puede existir, de lo que es imaginario.
Los cuentos se convierten entonces en un amplio y estupendo camino para ir tomando el control de sus miedos naturales.
Cuentos que acompañados de la confianza de la voz del adulto que le quiere, de identificar el miedo en los personajes, de la vulnerabilidad del monstruo y de la resolución feliz de las situaciones inquietantes que suceden en el libro, irán situando lo que se encuentra a cada lado de la fantasía y de lo real, y poder liberarse de sus angustias.
En los libros actuales para los más pequeños no hay lugar para monstruos que infunden miedos. A éstos les dejan paso cuando ya has crecido un poco y hay cierto control sobre lo imaginario de estos seres, sin perder adrenalina en su encuentro.
Sí, monstruos hay en los libros infantiles, porque también son reales los miedos de los niños. Pero desde el siglo pasado (hace nada), empezaron a habitar en las páginas monstruos más divertidos, picarones, algunos hasta tiernos, gamberros y sentimentales. !Menos mal! De alguna manera, a través de los cuentos se abría la posibilidad de domesticar esos tormentosos miedos infantiles.
Una oleada de monstruos más modernos llegaron para quedarse: Donde viven los monstruos (1963) o Una pesadilla en mi armario (1968), miraron de otro modo a los miedos de los niños y dieron paso a nuevos personajes en los libros.
Ya no solo serían nuevos los monstruos, también lo serán los niños protagonistas de las historias.
Prueba de ello son tres libros que he leído casi al tiempo por ser monstruosos y que os detallo ahora.
Adam Stower reúne los números para un perfecto bingo: es un gran ilustrador y un creador de historias muy ingeniosas y tiernas. Prueba de ello es Oliver y el troll.
El trol está como loco por comerse a Oliver y le persigue por todas partes, pero su bocado es muy listo, rápido y hábil. Cuando Oliver cree que ha conseguido hacer desaparecer al trol, éste aparece por sorpresa en la cocina y de un lengüetazo se zampa al niño.¡Pero qué repugnante bocado! Nunca pensó que un niño supiera tan mal. Por suerte, el olor del pastel que se está horneando hará cambiar los gustos culinarios de este monstruo.
Los dibujos son simpatiquísimos, muy expresivos y vivos, y consiguen una mezcla de intriga, susto y ternura en esta cuerda floja de los miedos.
Oliver y el troll
Editorial Picarona, 2014
Aunque a veces el monstruo no sea muy grande, lo que no debe dejar de hacer nunca, es morder, mascar y crujir. Siempre debe ser bastante molesto, un tanto maleducado y hacerte incómoda la existencia con su presencia.
Precisamente así es este pequeño monstruo que irrumpe en casa de la Sr. Mo, sin ni siquiera saludar. No sabe hacer nada, todo lo rompe. Pero ya te habrás dado cuenta que a un monstruo se le conquista siempre por la barriga, así que será la cocina y un enorme pastel el inicio de su educación.
Un divertido libro, con mucho humor, un trasfondo en la historia muy alentador y una comunicación muy estudiada a través de todos los elementos de la ilustración: colores, perspectivas y espacios en las páginas. Sin faltar un guiño a los niños que aparecerán al final de la historia.
El monstruo de la Sr. Mo
Editorial Tramuntana, 2016
Los niños también adquieren nuevos roles en los libros. Son niños capaces de mostrarse más atrevidos e ingeniosos sin negar sus miedos. A veces, como los protagonistas de Operación Frankenstein, son ellos quienes construyen al monstruo. Traviesos y curiosos, los tres hermanos de esta historia asustan más con sus tramas que cualquier monstruo.
Con un aire muy cómic en el trazo de los dibujos y las secuencias en el desarrollo de la historia, Fermín Solís nos ofrece un libro con humor en el mundo de los monstruos.
Operación Frankenstein
Editorial Narval, 2015
Los monstruos tienen mucho tirón entre los lectores.
Con la idea de considerar al libro como un medio capaz de calmar, hablar, reconocer y reírse ante vivencias de temor de los más pequeños, vendrá bien una suculenta selección de libros para nuestra biblioteca, en la que los monstruos son protagonistas.
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Querida Ana, la selección que nos regalas me hizo recordar que le leí a mi nietita «Fuera de aquí pequeño monstruo verde» cuando apenas tenía unos ocho meses. Se reía tanto que luego seguí con «Donde viven los monstruos» «Ahora no, Bernardo» y otros. Además de la teoría de B. Bettelheim es gratificante comprobar que los libros, ¡no dan miedo!
Te mando un gran abrazo,
Dinorah
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Y otro para tí, Dinorah.
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