La lectura es una de las actividades humanas que más justifica la materialidad de lo imaginario. No se lee a partir de nada; las ideas se visten con letras y con ellas se arropan, se tapan. Hay que interpretarlas, desnudarlas, conocerlas, penetrarlas.
La capacidad de leer se conquista, efectivamente, y lleva consigo un cierto trabajo. Pero sin duda, desear leer, emprender el proceso con ganas, y desarrollarlo placenteramente, favorece mucho la tarea.
Lograr que el niño perciba la vida palpitando en las palabras es muy importante para todo maestro que persiga una pedagogía abierta, próxima y vital.
Mari Carmen Díez Navarro
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