Pronto, en la clase, en la oficina, en el claustro… percibimos cuántas niñas y niños, o mujeres y hombres hay. A veces, hasta una llamativa descompensanción en cantidades provoca comentarios sobre el tema.
Nuestra condición sexual nos distingue. A lo largo de la vida escolar, esta condición sexual despertará complicidades en los juegos o en los lugares de asiento, y habrá épocas en que los del mismo sexo tiendan a no separarse y otras, en que se busque al que es diferente.

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Ante un aparente dibujo inocente y colorido agradable de mirar, el autor nos cuenta las cosas cotidianas que hacen veintiséis niñas.
Jugando con el abecedario, aparecen las niñas por el orden de cada letra: Amaya, Bartola, Cornelia… Con pocas palabras lees en una página lo que la niña hace: Pastora cuida de su hermano; y en la siguiente, un dibujo ilustra el texto.
Parece sencillo… pero no.
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Precisamente en la ilustración de Heidelbach, es donde aparece la inquietud y perturbación del álbum.
Pastora pasea de la mano a su hermano, pero éste va en volandas y ante el esfuerzo aparente de la niña para seguir caminando, el hermano parece dormido y tranquilo.
¿Qué imaginar e interpretar?, ¿tal vez la responsabilidad que se suele atribuir a los hermanos mayores?…
Ante este lenguaje de silencios, hay muchos mensajes para el lector.
Precisamente esa libertad de lectura que da el libro, hace disparar las posibles interpretaciones que nos conducen a hablar de lo que a veces no nos gusta y callamos, y que son sentimientos vividos: los celos, el narcisimo, el egoísmo, el miedo, la violencia, la vergüenza…
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Heidelbach no iba a contar una historia de niñas en donde éstas hacen las tópicas o típicas cosas que se les atribuyen socialmente.
El también autor de La Reina Gisela, siempre va más allá de lo aparente y le gusta plantear asuntos desde perspectivas muy abiertas y críticas.
Unos años después, Heidelbach también tuvo para los niños.
¿Qué hacen los niños?, Premio Bologna Ragazzi Ficción en 1999, sigue el mismo esquema.

Consigue para el lector un sentimiento extraño que hace volver sobre la ilustración y buscar atentos los detalles porque estamos ante un autor que le gusta andar en esa línea de lo no nombrado, de lo oculto pero vivido, de lo difícil de los sentimientos y los comportamientos.
Son dos álbumes muy sutiles que a veces muerden. Muerden con ganas de provocar reflexiones, preguntas, comentarios… para ir descubriendo el diccionario de las emociones, de los sentimientos, de lo que nos va pasando.
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«Me gusta observar a los niños. Son conmovedores y al mismo tiempo capaces de las más terribles diabluras y vilezas. Un estado del que disfrutamos todos en cierto momento, pero que perdemos muy pronto.» Nikolaus Heidelbach.
Lo que hacen las niñas y los niños nos hace pensar a todos.
Y en esta condición sexual, ¿hasta dónde nuestros comportamientos están intervenidos culturalmente?, o ¿hasta dónde la biología influye en nuestras acciones?.
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A mí me gusta que a las niñas les gusten todos los juegos, se vistan de todos los colores, sean dulces y valientes…
A mí me gusta que a los niños les gusten todos los juegos, se vistan de todos los colores, sean dulces y valientes…
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Etiquetas: niñas, niños
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