
Los libros de Juan Farias se reeditan una y otra vez porque sus historias transmiten valores universales y un profundo respeto por la infancia.
Nos alegra que de este modo, Juan Farias continúe vivo.
Algunos niños, tres perros y más cosas, recibió en 1980 el Premio Nacional de Literatura Infantil. Ahora lo reedita Planetalector, y de este libro, os propongo una lectura sencilla, tierna y clara.
Si en la entrada anterior hablábamos del amor de los animales a través de poemas dirigidos a lectores más maduros, Dos que se quieren, hoy será un relato para leer en voz alta a los alumnos de Primaria.
Los pájaros
Don Pío vive de eso poquito que le pagan por cuidar los jardines de mi pueblo.
Don Pío es un hombre amable que sabe algo de plantas, un poco de estatuas, casi nada de patos y mucho de pájaros azules. Don Pío tiene un pájaro azul. Se lo regaló el capitán de un barco que vino de la China y no trajo naranjas.

El pájaro azul de don Pío nació en una isla donde siempre es verano. Le gusta mucho la música para flauta, la semilla del girasol y las polillas que se comen la lana de los abrigos.
A la hora del paseo le divierte pasear por encima de los tejados, dar vueltas alrededor de la torre y posarse en las plumas de veleta, que es de hierro, tiene forma de gallo y a veces canta al amanecer.
Doña Milagros tiene una tienda donde vende y arregla paraguas.

Doña Milagros es una viejecita encantadora que sabe algo de paraguas, un poco de bordar mariposas, mucho de geranios en abril y todo lo que hay que saber sobre pájaros verdes.
Doña Miñagros tiene un pájaro verde, vulgar pero cariñoso y agradecido. Lo recogió una tarde, entre la jara, en la otra orilla del río, lastimado en una pata y hambriento.
Ahora el pájaro verde de doña Milagros come alpiste con vitamina A, B y C, no pasa frío y tiene un lazo anudado en su patita derecha, vive entre paraguas de todos los colores y es feliz.
Al pájaro verde le gusta volar entre los niños más pequeños y posarse , por alegrarlo, en el hombro triste de un abuelo sin nietos.
Después sube a tomar el sol en el sombrero de la estata, que es de quita y pon.
!Oh!, se me olvidaba: El pájaro verde de doña Milagros no es pájaro sino pajarita. Este dato tiene la máxima improtancia.
Una tarde, mientras el pájaro azul volaba alrededor de la veleta y la pajarita verde perseguía por el aire a una semilla de pensamiento, empezó a llover.
El pájaro azul, que nació donde siempre es verano, pensó que lo mejor era ponerse a cubierto no fuera a ser que sus plumas destiñeran con el agua.
La pajarita verde pensó lo mismo y los dos vinieron a coindidir debajo de las ramas de un pruno, que es un árbol de flores blancas, y hojas moradas.

Cuando el pájaro azul terminó de sacudirse las plumas vio a su lado a la gentil y presumida pajarita verde. El corazón, entonces, le dio un brinco y, sin poder evitarlo, empezó a cantar alto y fuerte.
A la pajarita verde, al ver y oír al pájaro azul, se le subieron los colores a la cara. Así se mezcló el rojo del rubor con el verde de las plumas y el resultado fue un maravilloso color diferente.
– Algo increíble- recordaría siempre el pájaro azul- El color de la felicidad, sin duda.
Llovió muy poco, durante tres o cuatro minutos apenas, y otra vez vino el sol sobre el pueblo y la pajarita verde y el pájaro azul se fueron a volar juntos.
Los novios viven ahora en la rama más alta del pruno, en un nido hecho de juncos nuevos.

Como ya es primavera, la pajarita verde ha puesto cinco huevos.
Los huevos son pequeños, casi redondos, a dos colores, y la pajarita verde se ha puesto encima, con mucho cuidado, a darles calor de su cuerpo, a taparlos con las alas.
Mientras, el pájaro azul va de un lado para otro, nervioso, buscando gusanitos en las lechugas y semillas de las flores enormes del girasol.
Y dentro de unos días, no muchos, menos de trece, se abrirán los huevos y de entre los cascarones, si Dios quiere, veremos salir cinco pajaritos a dos colores, verdes y azules.
Sí, estoy seguro de que en mi pueblo habrá pronto un alegre revoloteo de pájaros verdiazules.
Esto es fácil de creer. Bien mirado es una historia que se parece mucho a la mía: Mi padre es alto, capitán y rubio; mi madre es pequeña, delgada y pecosa. Se casaron a finales de un verano y yo nací al principio del siguiente y tengo, desde le primer día, un luminoso pelo del color de las zanahorias.

- Leí y transcribí este cuento de la edición de 1984, publicado por Espasa-Calpe.

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Etiquetas: amor, animales, cuentos
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