Este es uno de lo cuentos de la infancia que más me gusta escuchar.
Lo escucho una y otra vez, y no me canso de volver a él.
Es cierto que lo tenía deslavazado en mi memoria y me di cuenta de ello hace años, cuando escuché contarlo a Ana Griott .
-Cuenta Paporco, Ana, cuéntalo otra vez,- le decía cada vez que nos encontrábamos.
Esta historia me llevaba hasta la cocina de casa, cuando tenía pocos años y el lechero iba cada día. Mientras medía la leche y la echaba en la cacerola que mi madre tenía preparada para hervirla, él nos contaba cuentos.
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