Me gusta mucho esta historia por varios motivos especiales: el primero es que me ha llevado a la infancia cuando, igual que Camila, la cama se llenaba de muñecos bien colocaditos y tapaditos, para acompañarme en mi sueño. Este hecho, el de sentirse identificado en todo o tan solo en un suculento matiz en el transcurso de la historia o en una ilustración, conmueve lo emocional del lector y le hace seguir la lectura con interés.
El segundo motivo de inmediato, han sido las ilustraciones: sencillas, coloridas, alegres, tiernas y a la par del texto. Acompañan a la comprensión de la lectura de manera tranquila y provocan que el niño repita en su pensamiento lo que ha leído o le hemos leído. Esta evocación del texto a través de la imagen le ayuda a hilar las secuencias, imaginar lo que sucede y ver las palabras representadas.
El tercer motivo es la historia, el viaje del sueño en la noche, y cómo se cuenta: estos trucos que ya escuchamos en narraciones de la tradición oral, tan efectivos, bonitos y que tanto gustan en la infancia.
Y te contamos también, el teatrillo que hemos creado. Otra forma de dramatizar.
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