Quizás, una vez que se aprende a volar, uno ya no puede quedarse en tierra.
Aún quedan muchas lecturas por delante en este verano, pero ésta ya se ha quedado prendada en mi memoria.
El viaje de la familia Knitter dibuja las vacaciones perfectas en una circunstancia única en la vida: la infancia de los hermanos juntos, cuando la compañía más grata y buscada es la de los padres.
En este momento de familia, ni padres ni hijos necesitan mucho de otras compañías. Se crea un espacio mágico y podemos llegar a vivirlo dos veces: como hijos y como padres.