
Los pendientes de la maestra, de Mari Carmen Díez Navarro. Editorial GRAÓ, 2011.
Esto es debilidad por esta mujer comprometida con la educación y capaz de contar y explicar lo complejo de una manera tan cercana. Su entusiasmo y convencimiento sobre una escuela abierta que da paso a las sorpresas, a las visitas, a los regalos, a la música, a los amigos, a las salidas y a las cosas nuevas y útiles que enriquecen el ambiente de aprendizaje, es una delicia.

El libro, que es de esos que se leen a sorbitos, reúne una selección de artículos de prensa que ha dividido en cuatro bloques: Niños de hoy, Escuelas, Familias y Sociedad de hoy.
Comenta la autora : Escribo este texto desde la experiencia de estar trabajando hace 41 años en la escuela, sin que se me pase la «inspiración», las ganas de divertirme con los niños y el deseo de innovar y mejorar mi práctica educativa.

Y en el libro nos deja los trucos de la elefanta vieja para explicar algunos hallazgos productivos recogidos de la experiencia, atajos y trucos para evitar rodeos, pérdidas y otros malabares. ¿Quieres saber de algunos?
– Confiar en la experiencia de los mayores de la familia y en nuestros recursos y capacidades, sin ponernos en manos exclusivamente de las opiniones de los especialistas a los que a veces se les supone un saber engrandecido y sobrevalorado.
– El juego es algo bueno y necesario para los niños. Hay tal premura en que crezcan deprisa, en hacer mayores a los niños antes de hora, en pedirles que sean reponsables, serios, trabajadores… que el juego está pasando a ser considerado una pérdida de tiempo por parte de muchos. Se contraponen «las cosas serias» a las cosas de jugar. Sin embargo, jugar es una cosa muy importante.
– Dar paso a la naturaleza y permitir a los niños cubrir placenteramente sus necesidades de investigación, juego y aprendizaje. Los elementos naturales dan buenas pistas sobre las cosas de la vida.
– Incluir en la crianza los SI y los NO. También el NO es positivo porque da seguridad y contención, ayuda a encajar la realidad, aprender y aceptar las limitaciones.
– La escuela debe ser un lugar de inclusión, un lugar de personas y después vienen los papeles, objetivos y evaluaciones.
– El aburrimiento, no es nada malo. Puede ser un paso previo a la creación de algo nuevo, al pensamiento autónomo y a la imaginación.

Escribe Mari Carmen Díez:
Siento la escuela como un lugar de encuentros, de descubrimientos, de inventos y aprendizajes.
Un lugar donde caben las emociones y los conocimientos, lo de cada uno y lo de los otros, lo sencillo y lo complejo.
Un lugar donde se da y se recibe, se habla y se escucha, se mira y se es mirado.
Siento la escuela como lugar de estancia, de acomodo, de salud, de placidez , de afecto.
Y en este contexto escolar, igual se puede ver teatro, que bailar una polca, dibujar a un amigo o ver una película buena.
Si no se nublan ni el tiempo, ni los ánimos, que a ratos también pasa.

(Los dibujos de este post son regalitos que tengo guardados de muchos pequeños alumnos. A ellos también se les nota que se fijan mucho en los pendientes de la seño. Estos papelines, sus risas, sus preguntas y miradas, son las mayores compensaciones.)
Mari Carmen Díez Navarro es maestra y psicopedagoga, especialista en educación infantil. Coordinadora pedagógica de la Escuela Aire Libre de Alicante y vocal de ASMI ( Asociación para la Salud Mental Infantil desde la Gestación)
Escribe libros de poesía y pedagógicos: Mi escuela sabe a naranja, El piso de abajo de la escuela, La oreja verde de la escuela, Un diario de clase no del todo pedagógico, Proyectando otra escuela.
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Etiquetas: educación, maestros
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