Las ideas son flores silvestres que nacen en el baldío, enriquecen la vida desde la indiferencia de las cajas fuertes.
Roberto Innocenti

He terminado con el libro marcado en muchas páginas y he subrayado renglones de manera constante. He disfrutado con esta estupenda entrevista que Rossana Dedola escribe, fruto de los muchos encuentros profesionales que tuvo con el ilustrador.
En estas conversaciones la profesora le anima a relatar las reflexiones sobre su vida, sabiendo que detrás de sus grandes obras hay una intensa experiencia humana.
Innocenti nació en Florencia en 1940 y le criaron sus tíos. Cuando nació ya había empezado la primera guerra mundial y la segunda le visitó en casa.
«Por desgracia, la guerra te marca, te deja huella para toda la vida. Un niño que se ve obligado a vivir en tiempo de guerra es un niño que crece de forma muy extraña porque normalmente, en la infancia, los niños quieren hacer cosas: juegos, entretenimientos, soldaditos y muñecas. La guerra niega la primera infancia y yo estaba rodeado de guerra por todas partes.»
Muchas de las historias y de las ilustraciones de sus libros, La historia de Erika, Rosa blanca o La casa, están repletas de vivencias personales. Una infancia en la que atento a todo lo que sucedía a su alrededor, sin certezas y repleta de intuiciones, tuvo que esperar a crecer para poder entenderlo todo.

El hambre, la falta de luz, las bombas, los soldados, la violencia que queda en los niños… Cuando todo acabó, comenzó la escuela.
«La paz era la escuela de primaria, los cuadernos, un libro de texto enciclopédico que todavía cojeaba de fascismo…»
Roberto Innocenti recuerda que con cinco años, Pinocho fue el primer libro que le leía su tía y esperaba con impaciencia cada noche para sentir esas emociones. Cuando al cabo de los años ilustró Pinocho, recordó con nostalgia ese miedo.
«Me di cuenta de que a los niños les gusta el miedo, las tinieblas, el misterio, la oscuridad, el frío…, les gusta mucho que les cuentes estas cosas, e incluso el peligro, porque tienen la expectativa de una salvación que llegará al día siguiente. Es afortunado el niño que tiene una madre que le lee o le cuenta estos cuentos.»

Innocenti dibujaba mucho desde pequeño. De día trabajaba como mozo en una tienda de artes en Florencia y por la noche estudiaba. En este trabajo descubrió a los grandes pintores de la historia y descubrió que éso podría ser un trabajo.
Su trayectoria profesional en Italia fue caótica, censurada y repleta de desánimos, pues ni se pagaba ni se reconocía el trabajo de los ilustradores y diseñadores gráficos, ni las editoriales eran exquisitas en las publicaciones. Innocenti se salvó porque del extranjero le llegaron los primeros encargos. La empresa que por primera vez imprimió su obra a nivel internacional fue la estadounidense Creative Education, que todavía sigue siendo hoy la editorial de referencia para su trabajo.

El primer libro que realizó fue La Cenicienta, y después llegaron Rosa Blanca, Canción de Navidad, Pinocho, La historia de Erika, El cascanueces…
Roberto Innocenti realiza sus ilustraciones con muchísimo detalle, documentándose intensamente sobre la arquitectura, la ropa, las calles, los usos de la época y el lugar en que se sitúan sus historias ilustradas. Toda una maravilla visual.

Es un autor que se atreve con temas intensos, comprometidos como la muerte, la guerra o la violencia contra los indefensos, y rompe con el esquema de que para los niños solo se deban proponer libros con final feliz o con pretensiones educativas.
«Cuando se publicó Rosa Blanca en el extranjero, me llegaron montones de cartas y de dibujos de niños y cartas de profesores que habían trabajado con el libro en clase, y me daban las gracias por haber facilitado de manera asequible para los niños el conocimiento de una página tremenda de la historia contemporánea: el fascismo, el nazismo, el racismo, la guerra, el Holocausto… Aquello me demostró que, sin manual de instrucciones de uso, los bibliotecarios y maestros de muchas partes del mundo habían entendido cómo usarlo, y eso es precisamente lo que yo esperaba.»

Creo que con estos apuntes puedes hacerte una idea sobre lo interesante que es esta lectura. Roberto Innocenti nos conduce a la transcendencia del trabajo de la ilustración y de la calidad de la publicación de libros para niños. Rossana Dedola nos conduce a conocer un poco más a un gran ser humano.
Roberto Innocenti. El cuento de mi vida
Rossana Dedola
Editorial Kalandraka, 2016
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Etiquetas: autor, ilustrador
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