Arnold Lobel, o la delicadeza de la sencillez.

16 Dic

Ya tocaba un fin de semana con dedicación casi en exclusiva al sofá, la manta, la chimenea y una buena dosis de lecturas. Si me apuras, un paseíto mañanero por el sendero cerca de casa.

Yo lo llamo un fin de semana a lo Arnold Lobel: calma, nido, poco ruido y poca gente.

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No hay biblioteca escolar que no tenga desde hace años los libros de Arnold Lobel y muy pocos niños que no conozcan a algunos de sus personajes.

Sobre la mesa tengo varios de sus libros y mientras releo sus historias, mi hija que ya cumplió los veinte, al verlos identifica a Sapo y Sepo:

!Anda, recuerdo perfectamente estos libros cuando era pequeña!, me comenta.

¿Y qué es lo que recuerdas de ellos?

Bueno, al ver las ilustraciones enseguida he reconocido a los personajes. Esos dos sapos eran muy muy amigos.

No me cabe duda de que además estos serían los primeros libros que consiguió leer sola. Y esto es un logro inolvidable aunque luego uno no sea muy consciente de ello.

Creo que aquí radica el recuerdo y la importancia de estos libros,  la exquisitez con la que deben tratarse aunque en apariencia sean extremadamente sencillos.

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Arnold Lobel nació en Los Ángeles en 1933.

Escribió e ilustró más de un centenar de libros para niños a lo largo de casi tres décadas. Ilustró 70 libros de otros escritores y otros 30 escritos e ilustrados por él. Su pasión era el dibujo y le resultaba mucho más difícil escribir.

Le gustaba llamarse Soñador, más que autor o artista.

Sus padres se divorciaron cuando él era bien pequeño y junto a su madre se marcharon a casa de los abuelos, inmigrantes judíos alemanes, en Schenectady, estado de Nueva York, con los que tuvo una relación muy estrecha. No tuvo muy buena salud de pequeño y se pasaba temporadas en casa sin poder ir a la escuela.

Probablemente todas estas circunstancias pusieron un plus en su carácter ya tímido, discreto y tranquilo. Se describió a sí mismo como un niño triste que a menudo se refugiaba en la biblioteca local disfrutando particularmente de los libros ilustrados pues  eran «capaces de sugerir todo lo que es bueno para sentirse bien y tener pensamientos positivos acerca de estar vivo«.

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Dibujaba desde pequeño y lo hacía muy bien. Utilizó sus dibujos y cuentos como una forma de hacer amigos en el colegio.Tenía muy clara esta pasión y se preparó academicamente en el Pratt Institute de Brooklin en Nueva York.

Coincidió en esta etapa con Anita Kempler, ilustradora de origen judío que posteriormente se ha dedicado en exclusiva a la ilustración infantil, premiada en varias ocasiones incluso con la Medalla de Honor Caldecott.

Con ella se casó, tuvieron dos hijos, Adrianne y Adam, y además compartieron trabajos artísticos en varias ocasiones.

Ella cambió su apellido y es conocida como Anita Lobel. Recientemente ha publicado un libro de memorias sobre su experiencia en un campo de concentración durante la Segunda Guerra Mundial con mucho impacto entre los lectores. Realmente es muy poco conocida en nuestro país, de hecho no hay nada de ella editado en nuestra lengua.

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Pronto Arnold Lobel comenzó a realizar trabajos para publicidad y llegarían también los encargos para ilustrar libros.

Era feliz ilustrando historias: «No puedo pensar en ningún trabajo que pueda ser más agradable y divertido que hacer libros para niños«, comentaba.

En 1961 comienza a ilustrar para Harper & Row y en 1962 publica A Zoo for Mister Muster, su primer libro, y luego A Holiday for Mister Muster en 1963. Mister Muster es un hombre que se convierte en cuidador del zoológico para poder pasar todos los días con sus amigos animales.

Comenta Lobel tras algunos años de estas publicaciones, que estos trabajos estuvieron muy influidos por la televisión que veía por encima de las cabezas de sus hijos. » Eso es todo lo que pude hacer en esos días. Acababa de comenzar y me alegré de poder hacerlo».

Con los años cambiaría mucho su estilo, era muy exigente con sus creaciones y tuvo que pasar tiempo para que pudiera ver estos trabajos con el encanto que tenían.

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Durante alrededor de diez años estuvo ilustrando sobre todo para otros autores y lo hacía pensando en lo que creía que a los niños les podía gustar. Decidió entonces comenzar a escribir y a ilustrar desde lo que él sentía, recordaba y pensaba como adulto. Y en ese momento sus creaciones se hacen inconfundibles con un auténtico sello personal. Así cuenta él mismo este proceso en una entrevista con Lucy Rollin:

«Me di cuenta de que no había ninguna razón por la que dejar de escribir para niños y comencé a escribir más sobre mis propios sentimientos. Creo que así fue como surgieron Sapo y Sepo. Fue la primera vez que miré hacia mi interior. Es una cosa bastante esquizofrénica. Me preocupaba al escribir que fuera una historia propia de niños, pero al mismo tiempo era consciente de que todas las cosas que sucedieran en ella fueran muy personales para mí y tuvieran resonancias en mi propia vida. No creo que eso me pasara antes. Creo que posiblemente fue porque mis hijos estaban creciendo y tenía más tiempo para ser introspectivo y estudiar el trabajo de otros artistas que me gustaban. Y me di cuenta de que faltaba calidad en mi propio trabajo. Les digo a los grupos con los que hablo que probablemente no haya nada más importante que ser capaz de crear un libro para niños y que al mismo tiempo también lo sea para los adultos, que sea una autoexpresión, que no se haga solo para entretener a los niños. No seré feliz si mis libros no son también divertidos para los adultos.»

Esta idea e intención de Lobel me parece absolutamente maravillosa y consoladora para quienes disfrutamos tanto tanto de la literatura infantil. (Conmigo lo has conseguido, Lobel)

Y comienzan a llegarle reconocimientos.

En 1971  Newberry Honor Book por el libro Sapo y Sepo inseparables.

En 1977 el premio  Garden State Children’s Book Award de la asociación de bibliotecas de New Jersey a Sopa de Ratón.

En 1981 la medalla de Caldecott de la American Library Association, quien reconoció a Fábulas como el mejor libro ilustrado de EE.UU.

Arnold Lobel es un clásico de la Literatura Infantil norteamericana. Y lo es porque fue un genio, porque consiguió hacer arte con su mundo: único, reconocible y singular, y que solo se logra con instinto, con trabajo duro y con uno mismo frente a sí.

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Arnold Lobel tiene especial debilidad y habilidad con los animales.

Todo tipo de animales protagonizan sus historias.

Los presenta como animales muy humanizados: vestidos en la mayoría de las ocasiones, viven en casas amuebladas y en ambientes cotidianos para los lectores, tienen sentimientos y emociones, y serias preocupaciones de la vida.

Sobre sus animales así hablaba el autor:

«Los libros para niños de hoy alcanzan una audiencia tan amplia que si conviertes a los animales en personajes, tienes que convertirlos en un singular tipo de personas. Si Sapo y Sepo fueran dos caballeros, por ejemplo, piense en las preguntas que se le ocurrirían: ¿Qué edad tienen? ¿Dónde están sus padres? ¿Cómo se ganan su dinero? ¿Cuál es su relación? Si los convirtiera en dos caballeros de mediana edad, se te ocurrirían todas esas cosas. Nunca, por ejemplo, les pediría que cogieran un teléfono para hablar entre ellos. Eso no cabría en el mundo que he creado. Es parte de la suspensión de la incredulidad, y es algo muy muy complicado. Sapo y Sepo parecen tener intereses infantiles, y sin embargo viven solos como adultos. Al hacer este pequeño mundo con estas dos extrañas criaturas, se lo llevo a todos; todos las personas pueden disfrutar de eso. Quiero que mi trabajo atraiga a todos. Esta es una parte consciente de mi pensamiento cuando creo mis personajes de animales.»

Beatrix Potter era una de sus autoras favoritas y conexionan en esta perspectiva del zoopersonaje convertido en persona. Siempre logran la sutileza de no despistar al lector con otros asuntos humanos que no sean los que al autor le importan en la historia, logrando una total credibilidad.

Sus ilustraciones son muy comunicativas y expresivas, llenas de detalles y perspectivas.

 

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Los prelectores son otra especialidad del autor.

Sus libros se dirigen preferentemente a los niños que están empezando a leer y a los más pequeños a los que sus padres tienen la buena costumbre de leerles un cuento.

La editorial Harper Collins dentro de su colección I can read books creada en 1953, destinada a los primeros lectores y de la mano de la editora Ursula Nordstrom, hizo una apuesta con varios autores e ilustradores para que estos libros tan singulares crecieran en calidad y fueran bastantes más apasionantes que lo que habitualmente los lectores encontraban en ellos.

Esta colección proponía un concepto de ilustración y texto dirigidos a un público lector apenas iniciado en la lectura, lo que implicaba contar historas breves, con palabras cortas y fáciles de reconocer, una sintaxis sencilla, una tipografía y tamaño de letra muy concreta, y que respetara una clara separación entre el texto  y las ilustraciones para facilitar la lectura a los pequeños.
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Con la aparición en esta colección de Sapo y Sepo en 1970, Lobel escribe su nombre en mayúsculas en la literatura infantil.
A pesar de las normas tan acotadas en formato y estilo que la editorial exigía, Arnold Lobel consiguió ser un maestro de esa deliberada sencillez con textos cortos y muy literarios, una parca paleta de colores apagados y en especial, una puesta en escena de las pequeñas cosas de la vida cargadas de interminables preguntas.
Era capaz de contar muchas historias en un solo gran cuento, capaz de hacer un largo recorrido sin apenas salir de casa, y capaz de que el relato durara cuando los sucesos se desarrollaban en un corto espacio de tiempo.
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La delicadeza de la existencia en los libros de Arnold Lobel.
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Bajo la sencillez y delicadeza de los textos de Lobel se encuentran grandes cuestiones de la vida, al menos para quien comienza a leer solo y lleva tiempo haciendo preguntas sin cesar.
Sus personajes protagonistas son entrañables, tienen una mirada limpia y curiosa. Se encuentran ante conflictos que suponen preguntas sobre la existencia, sobre la bondad o maldad, la valentía, la codicia y la generosidad, la pereza, la vanidad, la soledad o el temor.
En el camino siempre hay muchos matices de humor y de toques sin sentido un tanto disparatados que nos hacen sonreir. Ciertos toques a lo Edward Lear, a quien tanto admiraba, y que profundizan en la emoción más de lo que el juego aparenta.
Siempre hay una resolución a la cuestión,  a veces resuelta con una ingenuidad muy sabia, otras dejando las cosas fluir y estar, y en ocasiones cerradas claramente en un mundo ordenado y coherente.
Lo que siempre siempre encontramos en sus historias es mucho amor, amistad y bondad.
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Lobel quiere ser optimista y alegre para los niños y al mismo tiempo deja pistas sobre las contradiciones y dificultades con las que inevitablemente tendremos que encontrarnos en el día a día.
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Cuando hablaba de sus libros favoritos con Lucy Rollin, apreciaba que » los libros para niños, los mejores, no son deliciosos. Mis favoritos de todos modos, golpean profundamente. Los artistas que hacen los mejores libros son capaces de hacerlos deliciosos en un nivel, pero eso es solo la crema batida en la parte superior. Debajo hay algo mucho más. William Steig, por ejemplo, es mi gran favorito. Sus dibujos parecen tan sencillos, pero sus libros se ocupan de cuestiones morales, decisiones morales, que son realmente profundas. Y creo que los niños perciben este apuntalamiento y que a los padres también les gustan estos libros.»

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Arnold Lobel falleció en Nueva York en 1987 a la edad de 54 años debido a un paro cardíaco como consecuencia de la enfermedad que padecía. Fue una de las primeras víctimas de la crisis del SIDA.

En 1974 el autor e ilustrador le dijo a su familia que era homosexual.

Adrianne, la hija de Lobel, sospecha que hay otra dimensión en la popularidad sostenida de la serie. Sapo y Sepo son «del mismo sexo, y se aman» y piensa que su padre «fue bastante adelantado a su tiempo en ese sentido«.  Lobel declaró a su familia ser gay cuatro años después de que se publicara el primer libro de la serie, y Adrianne cree « que Sapo y Sepo realmente fue el comienzo de su salida«. Lobel nunca discutió públicamente una conexión entre la serie y su sexualidad, pero sí comentó sobre las formas en que la experiencia personal se abrió paso en sus historias.

 Adrianne Lobel publicó a partir de 2009 un par de libros nuevos con los materiales que había dejado su padre. The Frogs and Toads All Sangre (mayo 2009) y Odd Owls and Stout Pigs (octubre 2009)
 
Arnold Lobel regaló a los niños un mundo de amistad, amor y optimismo como el refugio que él mismo encontró de niño en la biblioteca. Sus personajes cálidos, agradables y amigables dejarán siempre impresiones duraderas en el recuerdo de los lectores.
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Comentaba James Marsahll  en un discurso de homenaje a Lobel, que éste le dijo en sus últimos días:
«Dígales que si desean hacer algo bueno por mí, pídales que miren los libros. Porque allí es donde me encontrarán «.
Y queremos más, muchos más libros de Lobel publicados en nuestra lengua.
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La bibliografía de Arnold Lobel en castellano comenzó a publicarse por la editorial Alfaguara, y en los últimos años por las editoriales Kalandraka, Ekaré y Corimbo .

Libros como autor e ilustrador:

  • El mago de los colores.(1968) Ed. Corimbo, 2004
  • El cerdito. (1969). Ed. Kalandraka, 2009
  • Sapo y Sepo son amigos. (1970). Ed. Alfaguara, 1979.
  • Sapo y Sepo inseparables. (1971). Ed. Alfaguara, 1980.
  • Historias de ratones. (1972) Ed. Alfaguara, 1978. Ed. Kalandraka , 2000
  • El Búho en su casa.(1975) Ed. Alfaguara, 1982. Ed. Ekaré, 2000 y 2017
  • Sapo y Sepo un año entero.(1976). Ed. Alfaguara, 1981.
  • Sopa de Ratón.(1977) Ed. Alfaguara, 1984. Ed. Ekaré, 2003 y 2016
  • Saltamontes va de viaje.(1978) Ed. Alfaguara, 1982. Ed. Kalandraka, 2017
  • Días con Sapo y Sepo. (1979) Ed. Alfaguara, 1985.
  • Fábulas.(1980) Ed.  Altea, 1987. Ed. Corimbo, 2003
  • Tío Elefante.(1981) Ed.  Alfaguara, 1986. Ed. Kalandraka, 2011
  • El libro de los Guarripios.(1983) Ed. Altea, 1995. Ed. Kalandraka, 2017

Libros como ilustrador:

  • Young, Myriam. La señorita Susi. (1964). Ed. Corimbo, 2014
  • Van Leeuwen, Jean. Los cuentos del cerdito Oliver. Madrid, Alfaguara, 1986.

 

  • Aquí todos sus libros en castellano (comentados y todo):

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He leído y aprendido de:

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4 respuestas to “Arnold Lobel, o la delicadeza de la sencillez.”

  1. Gloria Durán de Debacker diciembre 18, 2017 a 12:19 pm #

    Excelente artículo!
    Me gustó conocer la parte humana de Lobel, no sólo como magnífico ilustrador.
    Te de lágrimas es un cuento maravilloso para recordar las cosas bellas o dolorosas de la vida, que nos marcan a niños o a adultos.
    Gracias por el artículo!

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    • Ana Nebreda diciembre 19, 2017 a 11:08 am #

      Té de lágrimas es uno de mis favoritos!!
      ¿Cómo se puede hablar de tristeza y ser tan dulce al mismo tiempo?
      Es muy poético.
      Abrazos

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