Mira que nos gustan los poemas en «los libros del atril«.
Todas las mañanas leemos algún poema antes de salir de casa y me doy cuenta que estas pequeñas lecturas, fugaces y que quedan prendidas, no solo disimulan ese tiempo de espera cuando alguien tarda más en recoger sus cosas o no le sale bien la raya del pelo esa mañana, sobre todo es que sales de casa con las palabras sembradas.
Este poemario guarda palabras encendidas de 36 poetas iberoamericanos de 10 países con imaginarios diversos.
Escribe Adolfo Córdoba que «cada poema, en prosa o verso libre conduce a otro, pues cuando los organicé tenía en mente un sonido y una imagen que me hipnotiza desde niño: la de una cabeza de fósforo encendiendo otra.
Entre una y otra llama, una y otra voz, quizá escuches la tuya o busques otras, y a otros y quieran guardarlas aquí. O empezar su propia cajita de asombros encendidos.»
Estos poemas son versos sin rima y rompen la creencia de que todo poema infantil o juvenil deba tener rima y métrica: ¿Quiénes fueron los primeros en atreverse a romper la forma tradicional de la poesía rimada?, ¿Quiénes continuaron con ese atrevimiento e imaginaron infancias que sonaran distinto?, ¿Quiénes siguen haciéndolo hoy explorando nuevos timbres y temas?
Gabriela Mistral, Juan Ramón Jiménez, Gloria Fuertes, Liber Falco, Jorge Luis Borges, Carmen Conde, Jorge Luján, María Baranda, Maria Teresa Andruetto, Cecilia Pisos…
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